Para qué me sirve
Las funciones sirven para modelizar múltiples situaciones de la vida cotidiana. Particularmente, las funciones lineales son muy utilizadas por su simpleza para ser analizadas matemáticamente. De ellas conocemos todo: podemos resolver fácilmente las ecuaciones asociadas, determinar si son crecientes o decrecientes, la tasa de crecimiento o decrecimiento y cuál es la imagen en cada punto. Es decir, lo mejor que nos puede pasar es poder modelizar lo que queremos estudiar mediante una función lineal. De hecho, muchas veces hay fenómenos que no son lineales, pero se comportan de esta manera en ciertos periodos o son bastante parecidos a una función lineal y entonces se prefiere considerar estos modelos lineales en vez de otros más complejos que serán más difíciles de estudiar matemáticamente.
Y esto... ¿Para qué me sirve?

Las funciones sirven para modelizar múltiples situaciones de la vida cotidiana. Particularmente, las funciones lineales son muy utilizadas por su simpleza para ser analizadas matemáticamente. De ellas conocemos todo: podemos resolver fácilmente las ecuaciones asociadas, determinar si son crecientes o decrecientes, la tasa de crecimiento o decrecimiento y cuál es la imagen en cada punto. Es decir, lo mejor que nos puede pasar es poder modelizar lo que queremos estudiar mediante una función lineal. De hecho, muchas veces hay fenómenos que no son lineales, pero se comportan de esta manera en ciertos periodos o son bastante parecidos a una función lineal y entonces se prefiere considerar estos modelos lineales en vez de otros más complejos que serán más difíciles de estudiar matemáticamente.
Algo que ha mantenido, y
mantiene, a muchos científicos investigando es el tema de “la memoria”. Algunas
cosas se saben y muchas otras aún no, pero vamos a focalizarnos en un experimento
del psicólogo Stenberg, que trataba de investigar cómo se produce el
almacenamiento y la recuperación de la información. Para esto, básicamente
Stenberg le mostraba a los sujetos un conjunto de dígitos durante un cierto
tiempo y luego les pedía que indicara si algún digito en particular estaba o no
en el conjunto inicial. Después de repetir este proceso y estudiar sus
resultados, conjeturó que el tiempo de reacción R (lo que tarda una personas en
responder por sí o no) es una función lineal dependiendo del tamaño del
conjunto inicial N, representada por R=38N+397, medido en milisegundos. Entre
otras cosas, a partir de este experimento, Stenberg observó que el tiempo de
reacción R no depende de si el dígito está o no en el conjunto inicial.